La guerra en casa

Al parecer el traslado de los prisioneros era falso, y tras un grave error de inteligencia, el helicóptero que transportaba a los marines es derribado por un misil tierra-aire.

El Presidente Bartlet se niega oficialmente, pero luego, junto a Leo lo acepta en secreto, para que sea la CIA la encargada de eliminar al capo de la droga.

Nerviosa, se retira al servicio, confundiendo un armario del despacho con los aseos.

En ese momento llegará el presidente para volver a hablar con ella, en otro desafortunado encuentro.

Para terminar, la primera dama sigue enfadada con su marido por la posible reelección, marchándose unos días en viaje oficial.