La Carlota recibió a un grupo de ingleses, enviados al fuerte tras ser tomados prisioneros en 1806.
El general José de San Martín la visitó en varias oportunidades en sus travesías entre Buenos Aires y Cuyo.
Allí el 9 de octubre de 1819 el Libertador decidió desobedecer al entonces director supremo Rondeau que lo solicitaba en Buenos Aires para combatir la anarquía y mediante una carta escrita en el fuerte Punta del Sauce le hace saber que retornara a Chile para preparar su ejército y liberar al Perú.
Se iniciaba así un hermanamiento entre las ciudades homónimas, que ya estaban unidas por características sociales compartidas y aspectos históricos en común.
En sus comienzos, el desfile se concentraba frente a la parroquia, para que después de la misa mañanera, trasladarse por el bulevar Vélez Sársfield rumbo al lugar donde se llevaban a cabo los festejos centrales.
Difícilmente aquellos pioneros habrán imaginado la dimensión que iría tomando la fiesta con el correr del tiempo.
Desde 2004 comenzaron a realizarse marchas a caballo, las cuales partieron desde diferentes lugares del país en los días previos a la fiesta, dejando en el camino el claro mensaje de argentinidad, del cual se hicieron eco una infinidad de paisanos de cada pueblo por los que pasaban las cabalgatas.
El folklore siempre estuvo ligado de diferentes maneras: mediante payadores, el mismo Pericón Nacional, artistas que pasaron por los escenarios y en la actualidad a través de las peñas callejeras, las cuales le han otorgado un interesante complemento al evento.
Hoy, la fiesta sigue creciendo, a tal punto que todo comienza una semana antes con la partida de las marchas.