De origen árabe (al-fondaq, almacén), la palabra alhóndiga (alfóndiga en castellano antiguo), o su equivalente pósito, se usa para nombrar a los edificios en los que los concejos almacenaban cereales con el fin de garantizar el abastecimiento, prestándolos a bajo interés en épocas de escasez.
Este almacenamiento se sistematiza durante la Edad Media, aunque este edificio es del siglo XVI, época en la que se multiplicaron las demandas para ampliar y modernizar estas vitales instalaciones.
La fábrica es de mampostería, salvo en las partes nobles (cornisas y esquinas), que presentan sillería de arenisca y granito.
Tras la Invasión Francesa, en la que resultó gravemente deteriorada, fue utilizada temporalmente como cárcel y posteriormente fue dedicada a usos industriales, a los que siguieron varias décadas de abandono.
Finalmente fue recuperada para ser transformada en sala de exposiciones municipal, según proyecto del arquitecto Claudio Pedrero, concluyendo las obras en 2002.