[2] Sin embargo, desde los primeros días se empezó a discutir sobre su posible instalación de forma permanente.
Una de sus posibles interpretaciones es que representa un saludo romano, gesto irreconocible debido a la ausencia de casi todos los dedos, como si hubieran sido erosionados por el tiempo, excepto el mencionado dedo medio.
[3] El gesto obsceno que se crea así contrasta irónicamente con el estilo clásico y monumental de la obra y parece dirigirse bien a la arquitectura racionalista del Palazzo Mezzanotte, típica del ventenio fascista, o bien al mundo de las finanzas que este edificio representa.
En este sentido, la escultura ha sido asociada con frecuencia a los temas de la Gran Recesión y a las protestas contra las altas finanzas, vinculación que Cattelan nunca ha avalado explícitamente.
[7] Tras su instalación, la obra se convirtió inmediatamente en uno de los símbolos del Milán contemporáneo.