Lucio Licinio Lúculo

Era hijo de Lucio Licinio Lúculo, quien había sido pretor en 104 a. C. y partícipe, aunque sin mucho éxito, en la segunda guerra servil, y terminó marchando al exilio tras ser declarado culpable de concusión .

A pesar de ello, la gente consideró un acto heroico que los dos jóvenes hermanos persiguieran al malhechor, ganando ambos una gran popularidad.

[6]​ Se sabe que Lúculo fue tribuno en 89 a. C.; no obstante, puesto que se podía servir como tribuno militar durante más de un año, cabe la posibilidad de que también lo fuera en 90 a. C. Primero combatió a las órdenes del cónsul Lucio Porcio Catón, y cuando este murió en combate, pasó a servir bajo las órdenes de Lucio Cornelio Sila, quién estaba adquiriendo una brillante reputación por sus campañas.

C), y en el verano de 85 rehusó ayudar al caudillo popular Cayo Flavio Fimbria, que había atrapado a Mitrídates en Mitilene, lo que permitió escapar al rey del Ponto.

[8]​ Tras la firma de la paz con Mitrídates, entre los años 85 y 80 a. C. Lúculo permaneció en Asia, siempre como procuestor, recaudando dinero para financiar la guerra de Sila contra los populares, tarea que realizó con éxito y sin extorsiones onerosas, demostrando grandes dotes como administrador.

[9]​ A finales de 80 partió para Roma, siendo nombrado edil en 79 a. C. junto con su hermano Marco Terencio Varrón Lúculo.

Según Plutarco, se había negado a desempeñar tal magistratura por afecto hacia su hermano, esperando hasta que tuviera la edad necesaria para poder hacerlo juntos.

Ambos financiaron unos juegos esplendorosos, notables por introducir por primera vez el combate de elefantes contra toros.

Mientras tanto, Mitrídates abandonaba el asedio de Calcedonia dirigiéndose contra Cízico.

Lúculo, gran estratega y un táctico de extraordinario talento, se dirigió a esta zona, pero sin prisas, confiando en las dificultades logísticas del rey para mantener un ejército tan grande.

Aquellos que escaparon se refugiaron en Lampsaco, bajo el mando de Varius.

Triarius, con la flota, fue enviado al Bósforo, para impedir la unión de las escuadras enemigas.

Entró en Ponto sin ninguna oposición seria hasta Temiscira, pero para evitar que el rey iniciara una guerra de guerrillas en las montañas, no lo persiguió hasta Cabeira (donde estaba ahora Mitrídates) y se detuvo para asediar Amisos y Eupatoria.

Finalmente, por la carencia de provisiones, Lúculo tuvo que retirarse hacia Capadocia.

Heraclea, aún sitiada por Cotta, no cayó en poder de los romanos hasta el año 71 a. C. y Sinope fue capturada por Lúculo poco después, completando con ello la conquista del reino del Ponto.

Mientras tanto, Apio Claudio no obtuvo una respuesta positiva de Tigranes y se sospechó que los dos reyes preparaban una nueva guerra en conjunto.

Tigranes huyó de Tigranocerta y encargó la defensa a su oficial Mancaios (para los romanos Manceo, latín Mancaeus), retirándose al interior del país mientras reunía nuevas tropas.

Lúculo asedió Tigranocerta con la esperanza de que el rey armenio intentara atacar a los sitiadores y forzar un combate decisivo.

Mientras tanto, Tigranes recorrió Armenia reuniendo un nuevo ejército para pasar al ataque en la primavera de 68 a. C. Oficiales griegos instruyeron a unos cuarenta mil soldados y treinta mil jinetes, armenios, iberos y medos, entre otros.

En la primavera del 68 a. C. Lúculo decidió atacar Artaxata, en el corazón de Armenia.

Para colmo, sus legiones eran las llamadas fimbrianas, antaño reclutadas por Lucio Cornelio Cinna para combatir a Sila.

Aunque se consideraba totalmente inexpugnable, Lúculo logró ocuparla durante una noche de invierno oscura y tormentosa[22]​ Pero el descontento entre sus tropas, que ya habían dado a Lúculo muchos problemas, estallaron con renovada violencia en el campamento de Nísibis.

En vano Lúculo trató de convencer a su rebelde ejército para reanudar las operaciones en la primavera del año 67 a. C., y mientras él permanecía inmóvil en Nísibis, Mitrídates, con ocho mil soldados, la mitad de ellos armenios, entraba en el Ponto y lo reconquistaba fácilmente en pocos meses, derrotando en varias acciones sucesivas a los lugartenientes de Lúculo, Triarius y Fabio.

Lúculo, ante este retroceso y las consiguientes críticas en Roma, que ahora tenían el apoyo parcial de los optimates, tuvo que abandonar Armenia y avanzar hacia el Ponto para restablecer la situación.

Las noticias llegaron a Roma y los adversarios del general aprovecharon para desacreditarlo.

En 66 a. C. Pompeyo tomó el mando de una guerra ya ganada, en tanto que Lúculo fue abandonado por sus últimos hombres.

Lúculo buscó consuelo en las artes y en las satisfacciones del ocio, retirándose de la vida política.

Se construyó una espectacular mansión en el monte Pincio —de la cual hoy solo se conservan los llamados Horti Luculliani, como parte de la Villa Borghese—, un lugar tan fastuoso que no sería igualado hasta los tiempos de Nerón y su Domus Aurea.

Molesto con ello, hizo llamar a su mayordomo, y como este le respondiese que no habiendo ningún convidado creyó no querría una cena más abundante, le dijo : «¡Pues cómo!

En sus últimos años de vida fue perdiendo progresivamente el juicio, aunque Cornelio Nepote indicaba que ello no fue debido a la vejez o la enfermedad, sino al brebaje que le ofreció uno de sus libertos, un tal Calístenes.