Cuando los materiales no tienen un límite definido, se utiliza el término "resistencia a la fatiga", que se define como "el valor máximo del esfuerzo de flexión completamente invertido que un material puede soportar durante un número especificado de ciclos sin un fallo por fatiga".
Dicho esfuerzo crítico, expresado en N/mm² en el sistema internacional o en kilolibras/pulgada cuadrada en el sistema imperial de unidades, es lo que se denomina límite de fatiga.
No obstante, debe recalcarse que el límite de fatiga es un valor límite, es decir, la máxima tensión cíclica por debajo de la cual el material teóricamente nunca se fracturaría.
, como "el valor límite de tensión al que se produce un fallo cuando
[8][9][10] El cálculo del límite de fatiga se determina a partir de las curvas S-N o curvas de Wholer, que no son exactas y que pueden llegar a diferir en una cuarta parte del comportamiento real del material.
En consecuencia, se han creado métodos estadísticos para aproximar el resultado obtenido al real.
[2] Hay que tener en cuenta que estos valores son para muestras de prueba lisas "sin muescas", pues el límite de resistencia para muestras con muescas (y por lo tanto para muchas situaciones prácticas de diseño) es significativamente más bajo.
Siempre que otros procesos termoquímicos no rompan la cadena del polímero (es decir, por envejecimiento o ataque por ozono), un polímero puede operar indefinidamente sin crecimiento de grietas cuando las cargas se mantienen por debajo de la resistencia intrínseca.
[16] Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que no existen límites de resistencia para los materiales metálicos, que si se realizan suficientes ciclos de tensión, incluso la tensión más pequeña finalmente producirá un fallo por fatiga.