Simeón Radev lo describió como el más prooccidental de todos los políticos búlgaros.
Volvió al gobierno en 1894 tras el largo mandato de Stefan Stambolov con la tarea de restaurar las relaciones con el Imperio ruso por encargo del príncipe Fernando.
[5] Como otros gobiernos de la región, impulsó la industrialización del país, a costa de deprimir la tradicional producción artesanal.
[3] En 1894 aprobó leyes proteccionistas para defender las nuevas industrias nacionales frente a la competencia exterior y en 1897 todos los funcionarios fueron obligados a vestir ropas de producción nacional.
[7] Permaneció como una importante figura de la política búlgara hasta su muerte.