A inicios de los años 1960, estableció conexiones entre Fatah y regímenes comunistas y líderes prominentes del Tercer Mundo.
Desempeñó un rol importante en las operaciones de Septiembre Negro en Jordania, al proporcionar armas y ayuda a los guerrilleros palestinos que estaban rodeados.
Tras la derrota de la OLP por parte del ejército jordano, al-Wazir se unió a la Organización para la Liberación de Palestina en Líbano.
Al-Wazir se asentó en Amán por un período de dos años y, luego, fue exiliado a Túnez en 1986.
Desde su base allí, comenzó a organizar los comités juveniles en los Territorios Palestinos; estos se convirtieron finalmente en la espina dorsal de las fuerzas palestinas en la Primera Intifada; sin embargo, no vivió para comandar el levantamiento: el 16 de abril de 1988, fue asesinado en su casa en Túnez, aparentemente, por una fuerza israelí compuesta por miembros de Sayeret Matkal y la Flotilla 13, en operación conjunta con el Mossad.