Debe ese alias a que cometió aquel crimen por arruinarse invirtiendo en quinielas.
Algunos de sus amigos opinaban que López Guixot se pasó toda su existencia quejándose y maldiciendo a la afrenta de su nacimiento, por lo que odiaba a la sociedad y había desarrollado un carácter áspero.
Su relación se hizo más intensa al conocer a la hermana de éste, Asunción, con la que estableció un apasionado romance.
Un día descubrió una fórmula que, según él, le permitiría acertar frecuentemente trece resultados en las quinielas.
Logró convencer a Segarra y otros dos amigos para fundar una peña quinielística.
Pidieron créditos bancarios, algunos de ellos a muy alto interés, siempre espoleados por López Guixot.
A consecuencia del mismo, los amigos se quedaron en una situación económica desastrosa.
Ya en la casa, entró primero Segarra, seguido de Valero, quien fue sorprendido por López Guixot, que lo esperaba desde hacía una hora.
Sin darle tiempo a reaccionar, le golpeó en la nuca con un pequeño yunque de zapatero envuelto en trapos.
Al darse la vuelta tambaleante recibió otro golpe en la frente que le hundió el cráneo.
Se tomó la detención con cierto alivio, porque, según dijo, vivía angustiado, y lo confesó todo con gran lujo de detalles.