Su madre, la paraguaya Amalia Myzcowsky, hija del coronel polaco Luis Mizcowsky; y, su padre Eleuterio Correa portugués.
Alentado por el poeta Manuel Ortiz Guerrero, empezó a escribir en una sección titulada “Dialoguitos callejeros” del periódico Guaraní, de Facundo Recalde.
Correa, intuyendo esa verdad, se hizo paladín de esta lucha, combatiendo el latifundio extranjero y nacional con enorme coraje.
Julio Correa es un poeta sin cultura y, lo que lo torna más interesante, sin el mínimo deseo o preocupación de adquirirla.
Ásperas tragedias que cada día vive nuestro pueblo, mientras busca dando mano tones en la sombra, el camino de la libertad.
Porque Correa no se ha conformado con crear personajes; también los encarna gozando o muriendo las embriagueces y las caídas morales de sus entes humanismos.
La vasta producción dramática de Julio Correa incluye: También escribió Yvy yara, Toribio, Yuaijhugui reí, Po’a rusuva y La culpa del bueno.
La “enorme vivienda” a la que refiere Wey es actualmente el “Museo Julio Correa”.