Al fondo, se ve una mar en calma sobre la que reposa un barco con sus velas plegadas.
Detrás, en la bahía, pueden verse dos naves amarradas y, sobre la costa, la estructura de otras dos en construcción.
(‘a la más hermosa se dé,’ adaptación medieval, poco correcta gramaticalmente, del griego καλλίστῃ, que en latín clásico sería PULCHERRIMÆ).
[4] En la escena del cuadro, Paris parece estar ofreciendo ya el codiciado premio; se podría decir que Afrodita es la figura vestida de blanco, la más cercana a Paris y que casi roza con sus dedos la esfera dorada; si fuera así, quizás la figura del manto verde fuese Hera, que mira a Atenea, la más alejada del pastor y más joven en apariencia.
Si bien es cierto que en la primera parte del Cuatrocientos era habitual representar a las diosas vestidas,[6] Botticelli podría haber pintado a las tres competidoras desnudas: así aparecería la divinidad chipriota en su Nacimiento de Venus; también Cloris y las Gracias de la Primavera mostraban, bajo unas sutiles transparencias, sus cuerpos; en la Calumnia de Apeles, la Verdad se presentaría sin ropaje alguno pese a que la pintura se realizó en pleno régimen savonarolense.
Así, resulta objetivamente imposible decidir con qué diosa puede identificarse cada una de las tres mujeres.
[7] En cambio, la figura más próxima al pastor, aunque por su postura y apariencia también es característica del taller del maestro florentino, presenta un rostro mal definido –incluso se podría decir que algo desfigurado.
La dama más cercana al joven, en cambio, no cubre con ningún manto su vestido blanco; su collar es, además, diferente a los de sus dos competidoras.
La figura femenina más próxima a la esfera dorada no busca la mirada del pastor sino que fija la vista en la manzana de la discordia; por su parte, la dama del centro, mientras pretende con la mano izquierda el codiciado objeto, vuelve en cambio su rostro hacia la compañera que tiene a su derecha.
En realidad, solo la joven de la túnica roja mira directamente al pastor y solamente ella no alarga la mano hacia el premio, sino que la posa suavemente en su pecho para señalar su propia persona.