Juan van der Hamen

Y por su declaración ante el vicario al solicitar dispensas para acelerar el matrimonio, consta que su aprendizaje había tenido lugar en Madrid, pues declaraba que nunca había salido de la ciudad, aunque pudo hacerlo inmediatamente después de contraer matrimonio por un plazo de algunos meses.Pese a todo, no logró obtener la plaza de pintor del rey que solicitó junto con otros once pintores en 1627, a la muerte de Bartolomé González.El elevado número de sus composiciones y las abundantes copias ejercieron, especialmente en el género del bodegón, una influencia profunda en artistas posteriores y no sólo entre los que pueden considerarse discípulos directos, como lo es el único de sus aprendices documentado, Antonio Ponce, quien ingresó en su taller con diecisiete años, en 1624, y casó al completar sus estudios con una sobrina del maestro.Casado ese mismo año, se estableció en Toledo donde falleció prematuramente en 1639.No se conoce ninguna pintura firmada por él, pero podrían atribuírsele algunos bodegones inequívocamente relacionados con la obra de Van der Hamen en los que los especialistas encuentran, sin embargo, una mano diferente.[10]​ De sus retratos y del prestigio alcanzado con ellos hay abundantes noticias, pero son pocos los que nos han llegado.[11]​ Para Lope de Vega, receptor del anónimo soneto satírico, no cabía duda de que su autor había sido fray Hortensio Félix Paravicino.En cualquier caso, el soneto ponía de manifiesto que Van der Hamen era, ante todo, reconocido por sus bodegones, en tanto sus retratos, a despecho del pintor, no alcanzaban igual estima y podían ser objeto de burlas.[15]​ Según cuenta Cassiano dal Pozzo, que llegó a Madrid en 1626 acompañando como secretario al cardenal Francesco Barberini, su señor se hizo retratar por Van der Hamen, a quien luego encargó alguna otra obra, tras quedar descontento con el retrato que le había hecho Velázquez, en el que se encontraba demasiado melancólico y severo.Todo ello es de un flamenquismo radicalmente diverso de la orientación que adoptarán sus más típicos bodegones, pero que no va a abandonar por completo en fechas posteriores, como se demuestra en otra pieza semejante y del mismo lugar pero firmada dos años más tarde.También como él acostumbra a disponer algunas piezas en equilibrio, al borde de una repisa en un espacio cerrado, aparador o fresquera, para resaltar la perspectiva mediante la sombra proyectada en el soporte.[28]​ Como pintor de flores, donde la morosa y detallada precisión roza la sequedad, fue alabado por Lope de Vega quien le dedicó un soneto: copias, Vander, la Primavera amena, el lirio azul, la cándida azucena, murmura la ignorancia tus pinceles: Sepa la envidia, castellano Apeles, que en una tabla, de tus flores llena, cantó una vez burlada Filomena, De paso Lope aprovechaba para recordar las burlas de que habían sido objeto algunos retratos del pintor; pero si historias y retratos callan sus favores, dirá, «vuelvan por ti, Vander, tantas Auroras, / que te coronan de tus mismas flores».También Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, al tratar de la pintura de flores como género, pintura entretenida y que se dignifica por haber sido practicada ya en la antigüedad, pero de poca dificultad según su experiencia, y por ello menos apreciada, destacaba a Van der Hamen que «las hizo extremadamente, y mejor los dulces, aventajándose en esta parte a las figuras y retratos que hacía y, así, esto le dio, a su despacho, mayor nombre».
Bodegón con cardo, hortalizas y paisaje nevado , 1623, óleo sobre lienzo (67 x 104 cm), antes en la colección del Marqués de Casa Torres, Madrid. De técnica abocetada, tiene su pareja en el Cuenco chino con melocotones y uvas, paisaje de verano , de la condesa de Ampudia.
Retrato de enano , óleo sobre lienzo (122 x 87 cm), Madrid, Museo del Prado . Atribuido a Van der Hamen por William B. Jordan , se supone que pudiera ser el retrato que en la colección del marqués de Leganés se describe como del enano del conde de olibares , formando parte de una serie de doce obras de igual naturaleza, de las que dos, los bufones Calabazas y Pablillos de Valladolid , se atribuían a Velázquez .
Bodegón con dulces y recipientes de cristal , 1622, Museo del Prado . Dispuestos en zigzag sobre una estrecha repisa se encuentran varios recipientes de vidrio veneciano en los que se refleja magistralmente la luz de las ventanas, un tarro de loza para la miel, un barquillo que sobresale del alféizar, señalando la profundidad, un plato con pie de vidrio con pastas e higos confitados, y un frasco de cristal con aloja, infusión aromática de agua de miel con especias, costosos dulces consumidos en la merienda.
Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio , 1627, óleo sobre lienzo, 81 x 110 cm, Museo del Prado . Propiedad en su origen del marqués de Leganés, ejemplifica el tipo de bodegones de mayor complejidad espacial pintados por Van der Hamen a partir de 1626.
Ofrenda a Flora , 1627, óleo sobre lienzo (216 x 140 cm), Madrid, Museo del Prado . También conocida como Alegoría de la Primavera , representa a la diosa romana de la primavera y las flores, feliz esposa del viento Céfiro.