Allí conoció a Pedro Calvo Asensio, persona crucial en su formación política e intelectual que se convertirá en su mejor amigo.
Además, colaboró en publicaciones periódicas como El restaurador farmacéutico, La linterna médica o El cínife, las tres fundadas y dirigidas por Calvo Asensio; así como en el Semanario Pintoresco Español, El museo de las familias, El Iris (Madrid) o El Tío Camorra, periódico satírico dirigido por Juan Martínez Villergas.
Su familia se redujo a su esposa Isabel, quien falleció en enero de 1865.
En 1875, tras renunciar a su nuevo destino en la biblioteca universitaria de Valencia, regresó a Nava del Rey, su localidad natal, donde residió la última década de su vida, distanciado del ambiente literario y político de Madrid, aunque siguió ligado al Partido Liberal de Nava del Rey, agrupación que tenía a Sagasta por presidente honorario.
De la Rosa consideró este último periodo como un retiro, si bien desde 1854 ya no escribía teatro y sus escritos se reducían a artículos de opinión (crítica teatral, política, etc.).