Su alineamiento en favor del obispo Martín de Tafalla, enfrentado con Sancho VI de Navarra, le hizo caer en desgracia con éste, discordia que quedó olvidada con la muerte del rey en 1194.
[2] En 1205 fue elegido obispo de Pamplona gracias a la autoridad del rey Sancho VII, con quien se comprometió a saldar las deudas que la iglesia pampilonense había contraído durante el episcopado de García Ferrández.
Los jueces eclesiásticos comisionados por el papa Inocencio III dictaron sentencia de deposición, ordenando al cabildo llevar a cabo la elección de un nuevo obispo, pero ante las amenazas del rey Sancho, los canónigos encargados de nombrar sucesor dejaron transcurrir el plazo prefijado para la elección.
[3] Entretanto se resolvía el proceso, el obispo se distinguió en obrar sin el consentimiento del cabildo: otorgó el arcedianato a Martín Pérez, supuestamente a cambio de 4.000 óbolos, y enajenó arbitrariamente numerosos bienes propiedad de la iglesia, entre ellos los castillos de Monjardín y Huarte, que fueron entregados al rey.
[2] En 1209, decididos los canónigos del cabildo a seguir las disposiciones eclesiásticas enfrentándose al monarca, fueron desterrados casi todos ellos.