Sirvió en varias casas franciscanas como maestro de novicios y más tarde como tutor.
[3] En 1613, un brote de peste en Marruecos mató a todos los franciscanos comprometidos allí en misión.
De Prado fue designado por el papa Urbano VIII como misionero apostólico para trabajar entre la pequeña población cristiana.
[4] Tras fallecer al-Malik, su hermano Mulaj al-Walīd ordenó a los misioneros salieran del país, pero los tres franciscanos no lo hicieron y continuaron con su actividad.
Interrogados por el sultán, no dudaron en profesar su fe cristiana y fueron azotados por ello.