En 1743, envió once piraguas y ciento sesenta hombres desde Chacao para recuperar la artillería de la fragata inglesa hundida Wager, perteneciente a la escuadra del almirante inglés Lord Anson.
Habilitó los caminos de la isla Grande y en el continente, mediante un trato con los cuncos, hizo expedito el acceso terrestre a Valdivia.
En 1750 efectuó varias entradas al Chaco, logrando el sometimiento de las tribus locales, así como el restablecimiento de colonos en tierras que habían sido abandonadas por los frecuentes ataques.
Al ser militar y contar con experiencia, fue considerado como el hombre idóneo para conducir las riendas de una provincia que seguía hostigada por los aborígenes.
Además de fundar nuevos, repobló otros que ya existían.
Como no le fue fácil manejar esa sublevación civil, el gobernador Martínez de Tineo renunció a su cargo argumentando problemas de salud por las frecuentes salidas y luchas.
Recibió en encomienda el Valle de Lerma, que fue heredado por mitades por sus dos hijas, dando así gran impulso económico y político a sus nietos Solá y Saravia.