Juan Tomás Enríquez de Cabrera y Álvarez de Toledo

En su juventud en Madrid mostró un carácter arrogante y pendenciero viéndose envuelto en numerosas disputas, entre ellas el asalto que se llevó a cabo contra la casa del conde de Oropesa o la liberación mediante el uso de la fuerza del conde de Villalonso, preso en la cárcel de la corte.Los soldados de la Chamberga, indisciplinados y mal pagados, cometieron toda clase de abusos contra la población civil, mantuvieron frecuentes reyertas con los alguaciles de corte e ignoraron la justicia ordinaria, amparados por el fuero militar.La situación en Lombardía era complicada en aquellas fechas: las tropas de Luis XIV, embarcadas en la guerra franco-holandesa y enfrentadas a la Cuádruple Alianza, de la que formaba parte España, habían ocupado parte de Sicilia y amenazaban Nápoles.En 1683, rotas nuevamente las hostilidades con la Francia de Luis XIV, prestó socorro a Génova, bombardeada por la armada francesa del almirante Duquesne y el marqués de Seignelay.Carlos II le nombró embajador en Roma pero Juan Tomás, haciendo caso omiso del nombramiento, regresó a España, desacato que supuso su destierro al castillo de Coca.[8]​ En la guerra de sucesión que siguió a la muerte de Carlos II tomó partido por el archiduque Carlos de Austria contra Felipe V,[9]​ por lo que posteriormente tuvo que exiliarse a Portugal y murió en Estremoz.