En 1934 reorganizó el grupo iniciando una escalada de acciones violentas y provocaciones.
Junto con sus escuadristas intentó reventar un mitin de Azaña, donde se abrió paso a golpes y con pistola en mano.
En abril de 1936 fueron detenidos 30 falangistas coruñeses por la prohibición del partido decretada por el Frente Popular.
Canalejo no está en este grupo, debido a una filtración y durante días se esconde en un domicilio particular de Betanzos.
Por su condición de exmilitar juega un papel relevante en las relaciones entre los militares simpatizantes del golpismo y la Falange.