Sus declaraciones fueron condenadas el año 389 por el clero romano,[2] que lo señaló por "preferir la libertad y los deleites del siglo a la santidad y recogimiento del claustro".Según San Agustín defendía además como los estoicos que todos los pecados son iguales.Una muchedumbre de personas que habían vivido hasta entonces en la continencia y la mortificación, abandonaron un género de vida que para nada creían bueno, se casaron y se entregaron a las delicias y deleites comunes, persuadiéndose de que podían hacerlo sin perder nada de los premios que promete la religión.[4] Joviniano fue condenado por el papa Siricio y por un sínodo que convocó Ambrosio de Milán el año 393.Algunos se quejaron de que parecía condenar el estado del matrimonio; pero el santo doctor hizo ver que eran mal interpretadas sus expresiones y se explicó con más exactitud.