Conocido como Joven con un cordero, de esta pintura existen dos versiones idénticas, ambas situadas en Roma.
Ese mismo año, otro banquero, Ciriaco Mattei, encargó a Caravaggio un Juan Bautista, para celebrar el onomástico de su hijo mayor.
Para la solicitud de Mattei, Caravaggio, como había hecho su predecesor Miguel Ángel,[1] empleó a un joven, en este caso al mismo modelo que en El amor victorioso.
Es identificable como Juan Bautista únicamente por los símbolos cristianos que le rodean, como el cordero —víctima del sacrificio— y las uvas —su jugo rojo es similar a la sangre derramada por Cristo en su Pasión, y las uvas en sí son fuente de vida—.
La iconografía muestra a Juan desnudo —de nuevo el ideal caravaggista de la belleza masculina hace su aparición— y semi reclinado rodeando con el brazo el cuello del cordero.
Su principal característica es el evidente regocijo que muestra; no es una representación de Cupido sino del propio Cecco.
A pesar de todo este éxito, Caravaggio no había tenido hasta entonces encargos por parte del clero.
Todas estas obras incrementaron la fama de Caravaggio, principalmente entre los jóvenes, quienes ya empezaban a imitarle.