La ceremonia fue celebrada por el obispo Remigio de la Santa y Ortega en la capilla del palacio episcopal.
[6] En los años siguientes la situación de las tropas realistas era cada vez más complicada, en 1821 el virrey Pezuela fue obligado a renunciar a su cargo y fue sucedido por José de la Serna quien era considerado liberal.
La relación entre Olañeta y La Serna se deterioró tanto que este último envió al general Gerónimo Valdés para evitar que Olañeta actuase solo.
Mendizábal demostró su astucia al ser un mediador entre Valdés y Olañeta en septiembre de 1824.
Antonio José de Sucre envió a su ayudante Antonio Elizalde a pactar con el ejército de Olañeta y evitar más combates, por su parte Olañeta designó a Mendizábal como su representante en las negociaciones.