José Ramón Arana
Tras pasar por Cuba, Martinica y la República Dominicana, se instalan en México, donde trabaja como librero ambulante.[c] Además montó una tertulia con sus amigos, los escritores Manuel Andújar, León Felipe, Manuel Altolaguirre, José Bergamín y Benjamín Jarnés, los filósofos Juan David García Bacca, Ramón Xirau y Eugenio Imaz, el músico Rodolfo Halffter, el expresidente Niceto Alcalá Zamora, el pintor Josep Renau, el cineasta Luis Buñuel, los ensayistas Juan Marichal y Anselmo Carretero, el erudito Agustín Millares Carlo, la política feminista Margarita Nelken o el gran hispanista francés Marcel Bataillon.De esta tertulia derivó la gaceta mensual Aragón (1943-1945), destinada a los exiliados aragoneses en México, en la que logró colaboraciones de Rafael Alberti, Andújar, Bergamín, García Bacca, Juan Ramón Jiménez o León Felipe, junto a muchos aragoneses como el periodista Manuel Albar, Castillo, Julián Borderas, Vicens, Duque, el erudito José Ignacio Mantecón, el economista y traductor Manuel Sánchez Sarto, el pedagogo Santiago Hernández Ruiz, Sánchez Ventura, los novelistas Sender y Jarnés o la propia María Dolores Arana.Publicaron allí Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, León Felipe, Jarnés, Sénder, Antonio Espina, Bergamín, Picasso, Falla, Casals, Fernando de los Ríos, Díaz Marta, Sánchez Sarto, Luis Nicolau d’Olwer o extranjeros de renombre internacional como Albert Camus, Jean Cassou, Marcel Bataillon, Herman Hesse, Thomas Mann, Harold Laski, Alfonso Reyes o Gabriela Mistral.[4] Este deseo de colaborar con los antifranquistas que se hallaban en España fue algo muy discutido por algunos exiliados y motivó no solo la partida del inicial coeditor Manuel Andújar, sino las críticas acerbas del órgano de los comunistas españoles en México, Nuestro Tiempo.En ese periodo comienza a ser reconocido como narrador y ensayista, además de editor literario.