Tras la paz prosiguió su carrera en la administración pública y para 1829 era oficial 2° en el Ministerio de Gobierno, encargado del archivo.
Para entonces sus hermanos habían muerto o conseguido emigrar a Montevideo, siendo el último de los exiliados el médico Manuel Antonio Salvadores.
Su esposa y supuesta viuda tenía al principio numerosos clientes, ya que muchos se compadecian de su situación.
Sin embargo quedó embarazada en dos oportunidades; ante la supuesta falta de su marido, su familia la repudió y su caso se convirtió en un escándalo social del momento, ya que nadie sabía que Josefa había concebido a sus hijos con su marido fugitivo en el sótano de su propia casa.
Tuvo nueve hijos: Braulio, Isabel, Porfiria, Clorinda, Nicéforo, José María, Edelmira, Belén y Tomás Antonio Salvadores.
Si bien confunde al protagonista con su hermano, llamándolo Pedro Salvadores, y los años y duración del encierro, respeta lo esencial de la historia, diciendo que le fue relatada por su abuelo materno Isidoro de Acevedo Laprida, quien solía contar haber conocido a Salvadores:[2]