José García y Ramos

En Roma conoció a Mariano Fortuny que influyó notablemente en su obra posterior.

Ahora refleja un latente ensimismamiento y una sobresaliente técnica pictórica, tal como si el artista solo quisiera recrearse en la plasmación de los modelos como adecuada excusa del desarrollo, per se, de su pintura.

Cano fue el artista que personificó la oficialidad hispalense en grado sumo durante los veinte años anteriores, que corresponden, efectivamente, con la etapa en la que García Ramos se formó y después probó suerte con la pintura de casacón en Roma (1872-1875, 1877-1880), París (1881) y otros lugares de España, casi siempre siguiendo a Jiménez Aranda.

Este nuevo costumbrismo, encarnado, elaborado y dispersado por los elementos autóctonos del nuevo siglo será el regionalismo, un estilo que, necesitado de relieve representativo y público, saltó pronto del lienzo para elevarse en la arquitectura, la ilustración, la fotografía o el cartel.

Para conseguirlo era necesario plasmar lo popular con la máxima naturalidad posible, ya fuese en los gestos –nunca exagerados o teatrales, sino gráciles y bellos–, o en la manera de hablar o emocionarse del ideal pueblo andaluz, nunca impostado, sino destilado síntoma del resultado de la acumulación cultural durante milenios en el sur de la península ibérica.

Autorretrato (c. 1894)
Baile por bulerías (1884). Museo de Bellas Artes de Sevilla .
Salida de un baile de máscaras (1905)