El segundo de 3 hermanos, a muy corta edad conoció la desgracia y se vio obligado a asumir responsabilidades no propias de su edad y estatus, pues su madre murió cuando aún era un niño y luego su padre falleció, cuando era adolescente.
Allí sufrió los rigores de la invasión alemana a Francia y para proteger su vida tuvo que viajar de regreso a Colombia.
Fue obispo titular diocesano hasta abril de 1995, cuando presentó su renuncia al papa Juan Pablo II, debido a que alcanzó la edad de jubilación.
Desde entonces se dedicó por completo a la academia, editando documentos de corte catequístico y dando cátedras en los Seminarios Menor y Mayor de Cartago.
Calderon enfrentó grandes retos y buscó siempre llevar progreso a su región, la cual venia desangrándose en medio de conflictos surgidos durante los años 50 y parte de los 60.