José Díez de la Cortina y Cerrato
A este fin mandó a su hijo José al Norte para proponer al Estado Mayor Carlista su plan y recibir instrucciones.[4] De acuerdo con su reseña biográfica en El Estandarte Real, había salido a pelear como soldado, y nunca pensó en pedir nombramiento alguno que regularizase su posición en la jerarquía militar, pero sus dotes de carácter y su respetabilidad le elevarían a los primeros puestos, y al fallecer Sabariegos las fuerzas carlistas manchegas le reconocieron tácitamente como su jefe supremo, cargo que desempeñó hasta resignar el mando, el año 1874, en manos del jefe de ingenieros Amador Villar, que había sido nombrado superior.El hijo segundo, José, quedó herido, y únicamente salió ileso Rafael, el más joven (contaba en aquel momento quince años), que tuvo su caballo muerto en la refriega.[3] Don Carlos mandaría esculpir los nombres de todos los oficiales generales muertos en la tercera guerra carlista en su palacio Loredan, en Venecia, entre los que estaría el del Marqués de la Cortina, que se hallaba grabado en un escudo de bronce en la pared.Aunque José Díez de la Cortina no desempeñaba propiamente ningún empleo militar determinado, Don Carlos le confirió post mortem el de brigadier.