Sin embargo, gracias a su encanto, consiguió que todas sus víctimas menos una le perdonaran, lo que en el Código Penal Español anterior al de 1995 eximía de la responsabilidad penal en ciertos delitos.
Esto, unido a su buen comportamiento en prisión, hizo que solo pasara 8 años en la cárcel.
En octubre de ese mismo año, Vega asesinó a Natividad Robledo Espinosa (66 años).
Vega no volvió a matar hasta enero de 1988, cuando Carmen Martínez González fue encontrada muerta en su casa.
La identidad del resto de las víctimas no llegó a ser revelada.
Cuando sabía cuáles eran sus necesidades, se hacía pasar por reparador de televisores o albañil, y se ofrecía a acompañarlas, visitarlas, arreglarles cualquier desperfecto, todo ello con el fin de ganarse su confianza y poder entrar libremente en sus casas.
Las familias de las víctimas identificaron objetos que vinculaban a Vega con sus familiares.