Polemizó con Pablo Pedro Astarloa y Juan Bautista Erro sobre el origen del euskera.
Vivió en Francia en la más absoluta indigencia y, al volver a España, tuvieron que costear su entierro el hispanista George Ticknor y sus amigos Leandro Fernández de Moratín, Francisco Martínez de la Rosa y Agustín de Argüelles Álvarez.
Sólo el primero fue preparado para la imprenta y corregido por su autor, los dos siguientes fueron elaborados por Juan Tineo con el material dejado por Conde.
La obra conoció un gran éxito y fue prontamente traducida al alemán (1824-1825), francés (1825) e inglés (1854).
Sin embargo fue duramente atacada por el arabista holandés Reinhart Dozy y los arabistas españoles, quienes le llegaron a acusar de no saber bien la gramática del árabe y haber desaprovechado los tesoros bibliográficos de que dispuso, llegando incluso a falsear los hechos.