Joaquina, desde muy pequeña, tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza.
Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco manchas de pecado en su alma.
Teodoro también tenía una vocación religiosa frustrada, y eso los unió mucho.
Joaquina era conocida por su gran sentido de la oración, confianza profunda en Dios y caridad desinteresada.