Se inició en el mundo de la pintura de mano del pintor compostelano Modesto Brocos, y rápidamente salió de su ciudad natal para viajar a América.
De regreso a los veintidós años de edad, se había convertido en un artista con estilo propio.
A finales del siglo XIX había sido capaz de hacerse un nombre en Madrid, gracias en parte a la influencia de la escritora Emilia Pardo Bazán, en ese momento sobresaliente en la literatura española como escritora y figura pública.
Su implicación fue tal que la escritora lo convirtió en el protagonista de La Quimera (1905), donde fue retratado como un joven pintor talentoso que destacaba en su obra el retrato de la burguesía, pretendiendo ser como los grandes maestros que se observan en el Museo del Prado.
La Coruña: Fundación Pedro Barrié de la Maza.