Su participación en diferentes exposiciones y concursos le condujo en 1971 a ser premiado con una beca de estudios en París por el Gobierno francés, donde adquirió una sólida formación dibujística que a su vuelta le llevaría a trabajar como ilustrador para la Editorial Prometeo, con la que colaboraría hasta 1980, año en el que ilustró íntegramente una de las publicaciones de dicha editorial más destacadas, la de las Mil y una noches, además de ilustrar los Premios Goncourt y los Premios Blasco Ibáñez.
Influido entre otros por Modigliani, Picasso o Gauguin, Joan Ramos desarrolla una obra en la que destaca la dotación de una fuerza expresiva al lenguaje de las extremidades en sus dibujos, mostrando un arte formal y vitalista que a través de esas deformaciones y esos fuertes contrastes de proporciones consigue transmitir una gran ternura.
Asimismo, es característico el empleo del óleo para ejecutar trazos dotados de calidez y densidad otorgando a las formas una especie de cuerpo así como un característico relieve cromático.
También realizó ilustraciones para La-Bàs, de Joris-Karl Huysmans o para El infierno de Henri Barbusse, así como para algunas de las obras de Joan Fuster, Jesús Huguet, Eduardo Quiles o Vicent Andrés Estellés, (con el que colaboró en numerosas ocasiones ilustrando las obras Xàtiva, Canals o Versos per acompanyar una esperança).
Su incursión en el mundo de la escultura fue motivada por la necesidad de llegar más allá y, después de llevar a cabo un intenso estudio sobre las formas primigenias del arte prehistórico, desarrolló una tendencia a la morfología primitivista en sus esculturas.