Joan Baptista Folia i Prades

Allí coincidió con el maestro francés donde lo impulsó a asumir unas tendencias propias y afirmar su personalidad como escultor.

En la capital catalana aprendió nuevas técnicas entes los talleres de fundir bronce con otros escultores como Querol, Clarà y, sobre todo, Mariano Benlliure.

Para esquivar la obligación del servicio se escapó hacia Francia escondiéndose en Olot.

Con la familia de nuevo a la ciudad Condal, donde presentó la obra “la Cultura” y donde ultimó los trabajos para la exposición de 1929, a la vez pasaba largas temporadas en Valencia, Castellón, Torrente, Alfafar y Madrid.

Durante la última etapa de su vida volvió definitivamente a tierras del País Valenciano donde dedicó su tiempo produciendo arte religioso.

Desde la calle Herrero 11, donde tenía instalado el taller, modeló hasta la muerte muchas obras para toda la comunidad de Castellón.