En 1630, Gerónimo Luis de Cabrera secundó al gobernador Felipe de Albornoz, en la campaña destinada a sofocar el alzamiento calchaquí.
En todas partes impuso el orden con mano dura, al extremo de hacer descuartizar al cacique rebelde Coronilla.
En Buenos Aires, llevó a cabo el registro, desarme y expulsión de los portugueses avecindados o residentes en dicho puerto, y en Santa Fe y Corrientes, por mandato del virrey del Perú, a raíz del levantamiento europeo de Portugal para separarse de España.
Asimismo, el acostumbrado rigor de Cabrera se puso de manifiesto en un escarmiento contra los indómitos charrúas, que intraquilizaban la comarca santafesina.
En ese mismo año, debido a un requerimiento porteño, debió enviar soldados santiagueños como refuerzos para defender la plaza de Buenos Aires ante el peligro de invasión de piratas holandeses.