Jeffrey I. Gordon
Su cantidad es 10 veces más que el resto de células presentes en nuestro cuerpo.[6] Entre sus descubrimientos destacan el que los microorganismos que habitan en el intestino se alimenta de los aminoácidos, ácidos grasos y azúcares, presentes allí y, la totalidad de "flora", llega a pesar dos kilos.Esto obedece a una razón evolutiva: cuando el hombre aún era cazador y recolector, la comida no era abundante y el tiempo transcurrido entre una comida y otra podía ser muy largo, por lo que el organismo debía de aprovechar la mayor cantidad posible de energía de los alimentos.En la actualidad, esa ventaja vital se ha convertido en un inconveniente: las personas con mayor número de firmicutes extraen más energía de sus comidas que los demás y, por lo tanto, acumulan más grasa.[7] Una dieta ideal estaría basada en vegetales, granos, semillas, legumbres, etc. y, para los bebés, sería recomendable que las madres, si pueden, alimentaran a sus hijos al principio con leche materna.[2] La Parabacteroides gordonii, una especie bacteriana intestinal aislada en 2009, fue nombrada así en su honor.