Aparecido en 1624, el primer volumen de los 27 que formaron sus Lettres le valió grandes elogios y el sobrenombre de «El gran epistológrafo» por su decantado estilo y cuidadoso lenguaje, y se convirtió en oráculo habitual del Hotel de Rambouillet, conociendo entre otros a escritores como Chapelain, Malherbe y el libertino Boisrobert.
A pesar de su orgullo, vio como el signo de la filosofía libertina caracterizaba su Epistolario y fue motivo señalado de ataques por parte del sector piadoso o devoto del gobierno y la cultura, por ejemplo por parte del jesuita François Garasse.
Su reclusión en Angulema le hizo carecer del requisito de residencia y, sin embargo, fundó allí el primer premio de elocuencia dotado con 2000 libras.
Las obras de Guez de Balzac se componen de Lettres dirigidas a Valentin Conrart, Jean Chapelain y otros; de Discursos, Disertaciones literarias y pequeños tratados y ensayos, de los cuales los principales son Aristippe ou la Cour ("Aristipo o La Corte"), una reflexión sobre el Maquiavelismo; Le Prince ("El príncipe"), una apología de Luis XIII y su valido, donde bajo el tono grandilocuente laten las intenciones satíricas apenas contenidas; el Socrate chrétien ("Sócrates cristiano"), ensayo de doctrina y moral religiosa; algunas poesías en francés y versos en latín.
La reputación actual de Balzac se funda esencialmente en las Lettres, cuya primera colección apareció en 1624 y una segunda en 1636: se encuentra en ellas una elegancia y armonía de expresión jamás encontrada hasta entonces en ninguna obra en prosa de la lengua francesa y, aunque la sustancia, casi siempre lugares comunes tomados de los Antiguos o de los Padres de la Iglesia, sea vacía y afectada, las cartas de Guez, quien conocía además los idiomas italiano y español, demuestran una verdadera maestría de estilista al introducir en la prosa francesa una claridad y precisión nuevas que animaron a desarrollar la lengua francesa por sus propios medios privilegiando sus elementos más genuinamente idiomáticos.