Pero al fallecer su hermano mayor, se presentó en 1742 a un regimiento de caballería, con el que sirvió en Bohemia, en Baviera y en el Rin.
Llegó a ser edecán de Luis Felipe de Orleans, y fue rápidamente citado en el ejército por su bravura y su habilidad en las maniobras.
En 1758 combatió en Alemania, en especial en Krefeld, y recibió muchas heridas en la batalla de Kloster Kampen (1760) para cuyo éxito su acción fue decisiva.
Finalmente, en julio de 1781, sus tropas pudieron dejar Rhode Island y, marchando a través de Connecticut, reunirse con Washington en el río Hudson en Dobbs Ferry.
Al regresar a Francia, Rochambeau fue honrado por el rey.
Recibió una pensión de Napoleón, y murió en Thoré-la-Rochette (Loir-et-Cher) en 1807.
Entre los numerosos discursos, el más sorprendente quizás, fue el del senador Henry C. Lodge, quien, en forma bastante curiosa dadas las circunstancias, comenzó su elocuente apreciación de los servicios prestados por Francia a la causa americana, por una llamativa -e históricamente falsa- síntesis sobre la forma en que los franceses habían sido llevados a América del Norte por Inglaterra y sus colonos...