Su origen, aunque situado en algún lugar de Asia Central, no está bien determinado.
Algunos botánicos (H.L.Li, 1992; Coats, 1994) apuntan que en textos del siglo III de China, se menciona a la planta como foránea.
[4] Su presencia en los jardines europeos llegó probablemente a través de la cultura Normanda en Sicilia.
[5] A mediados del siglo XIV, en Florencia, Giovanni Boccaccio en su Decamerón describe un jardín amurallado en el que los paseos del jardín estaban todos tapizados con rosas blancas y rojas y jazmín, de manera que no había ninguna parte del jardín en la que no se pudiera pasear, ya fuera mañana o pleno mediodía bajo una agradable sombra.
Al igual que ocurre con otras muchas flores, las variedades dobles de la especie fueron atesoradas durante los siglos XVI y XVII.