Desde 1957 hasta 1960, se ganó la vida como diseñador, escaparatista y pintor de grandes carteles publicitarios con colores fluorescentes.
Este era el entrenamiento perfecto, según se vio después, para un artista que luego estallaría en la escena pop art.
A veces una figuración realista, amplificada como en los grandes carteles publicitarios, acaba siendo, si se mira muy de cerca, una forma abstracta.
Eso hace Rosenquist: tomas fragmentos de la realidad y representarlos a gran tamaño.
Una de sus láminas, Time Dust (1992), se cree que es la más grande del mundo, y mide aproximadamente 2 x 11 metros.
Rosenquist recibió numerosos honores, incluyendo una selección como «Art In America Young Talent USA» en 1963, nombramiento por un plazo de seis años para la junta del Consejo Nacional de las Artes en 1978, y recibiendo el Premio Golden Plate en 1988.