Fue el vehículo blindado de combate más pesado usado durante la Segunda Guerra Mundial.
El chasis frontal tenía 250 mm de blindaje, lo que lo hacía invulnerable a cualquier impacto en esa zona.
Sufría los mismos problemas que el Tiger II: un motor sin potencia suficiente, roturas mecánicas frecuentes y una maniobrabilidad pobre.
El cañón utilizaba munición dividida en dos partes, por lo que se necesitaban dos cargadores para insertar el proyectil y la carga propulsora separadamente.
Además, la cantidad de humo alertaba la posición del vehículo, e impedía temporalmente a su tripulación la visión.