Su madre la crio en una portería estrecha cerca de los Campos Elíseos, trabajando largas horas como costurera.
La enamoró dibujándole una paloma en su casa con tiza y entregándole una rosa cada día hasta que aceptó salir con él seis meses más tarde.
Estos retratos son característicos por tener un cuello exagerado y una cara felina, distorsiones del aspecto de Jacqueline.
Gilot y sus hijos habían declarado anteriormente sin éxito que Picasso sufría de una enfermedad mental.
Jacqueline advirtió a Claude y Paloma para no asistir al funeral de Picasso.