Jacob Cansino

[1]​ Nacido en Orán durante la primera etapa de ocupación española, en 1623 Cansino hizo un primer viaje a la península con permiso para residir en Madrid a fin de trasladar al Gobierno ciertas informaciones secretas.En la corte conoció al conde-duque de Olivares que vio en la amistad con Cansino la oportunidad de reforzar sus vínculos con los marranos portugueses, con los que aspiraba a sustituir a los banqueros genoveses o al menos a terminar con el monopolio que en la práctica estos ejercían sobre las finanzas de la Corona, como se iba a hacer notar de forma especialmente urgente tras la crisis financiera de 1627.[4]​ Aparentemente Zúñiga acusaba a Cansino de haber enviado a Felipe IV informes críticos con su forma de llevar el gobierno de la plaza y lo tenía secretamente encarcelado en el castillo de Rosalcázar,[5]​[6]​ pero un año después, en 1634, se encontraba de nuevo en Madrid y en 1636 obtuvo una Cédula Real por la que recuperaba para su familia el cargo de intérprete, por ser muy práctico «en las lenguas, y letras Castellana, Arábiga, Cenetia, Hebrea y Caldea», y haber servido ya al rey como soldado a caballo y como intérprete ayudando a su padre.[7]​ Según dicho memorial, su bisabuelo, también llamado Jacob Cansino, había servido ya a Carlos V en el campo de batalla y no solo como intérprete.Vestido como judío, «con traje de albornoz y turbante», en Madrid Cansino no pasaba desapercibido y la Inquisición mantuvo sobre él estrecha vigilancia, preocupada por los contactos que pudiese mantener con los cristianos nuevos portugueses como se pondrá de manifiesto en el proceso abierto a Luisa Ferro, esposa del conocido banquero Manuel Cortizos.
Retrato alegórico del conde-duque de Olivares. Grabado de Francisco Navarro para los Extremos y grandezas de Constantinopla , Madrid, 1638.