Como instigador del movimiento conocido como Sturm und Drang (“tormenta e ímpetu”), la vertiente alemana del prerromanticismo europeo, inspiró a muchos escritores, entre ellos, y muy especialmente, al joven Johann Wolfgang von Goethe, a quien conoció en Estrasburgo en 1770 y que posteriormente se convertiría en la principal figura del clasicismo literario alemán, aunque se distanciaría notablemente de Herder.
En 1769 se embarcó en un viaje por mar que, con sucesivas escalas, lo llevó de Riga a París, cuyas impresiones escritas constituyen un testimonio de los ideales que después cristalizaron en el nacimiento del Sturm und Drang.
Tuvo una importante recepción en el Romanticismo alemán, aunque la mayoría de los románticos no lo reconocieron explícitamente.
Otros planteamientos que aportaron peso a esta revolución también se ven arraigados en la vida y el pensamiento de Herder: Además, Herder fundará el estudio de la Filología Eslava.
Recoge canciones populares de la Edad Media, que habían pertenecido a la tradición oral.
Son formas en verso, los cuales se repiten continuamente y cuentan los hechos de manera brusca y no de forma ordenada, como era el ideal del siglo XVIII.
Herder cree que son las claves para entender el alma de un pueblo.
En este libro también incluye los poemas de Homero, Esquilo y la Biblia, ya que para él son canciones populares.
No entiende el progreso humano como algo aislado, sino que engloba a la naturaleza.
Esto va a contracorriente: si la Ilustración afirmaba que todos los hombres son iguales, Herder se sitúa en un plano opuesto, donde la igualdad es, ordinariamente, intranacional.