El único método de transmisión es el contacto directo y pueden esperar meses hasta encontrar un hospedador.
Tras localizar un lugar adecuado para fijarse, las garrapatas perforan la piel con el extremo distal dentado de sus quelíceros y empiezan a succionar sangre, a la vez que introducen el hipostoma sirviendo como primer elemento de anclaje.
Este cemento es un fluido rico en proteínas, lípidos y carbohidratos, que puede provocar enfermedades en la piel.
Durante la perforación de la piel, los quelíceros y el hipostoma desgarran los vasos sanguíneos provocando una hemorragia.
Al mismo tiempo, las garrapatas inoculan, es decir, introducen el virus o la bacteria, a la saliva, cuyas moléculas cooperan con la respuesta inflamatoria e inmunitaria del hospedador para formar un pequeño absceso o cavidad de alimentación en el extremo de los apéndices bucales, desde el cual succionan la sangre.
En ocasiones esta enfermedad es confundida con artritis reumatoide, meningitis o esclerosis múltiple.