Ambos reinos eran provincias del Imperio austrohúngaro por aquella época.
De niño le gustaba escuchar a Meštrović poesía épica, canciones populares y baladas históricas, estas historias le incitaban a diseñar y labrar escenas en piedra o madera.
Fue hijo de una mujer religiosa que recitaba la Biblia habitualmente, fue enseñado a la edad de doce años por su padre a leer los textos sagrados (él era el único literato de la villa).
Pronto viajó a Viena ya que fue admitido en la Academia de Artes, lugar donde finalizó sus estudios académicos.
Los trabajos más renombrados de esta época son el Crucifijo y la Madonna; posteriormente se influenció por Michelangelo Buonarroti y creó una gran cantidad de retratos en piedra.