En el material conservado no se encontraron datos que pudieran revelar la autoría del escrito.
[7] El manuscrito no está completo, faltan partes del principio, centro y final de la obra.
[6] Pero Egeria no fue la primera que se atrevió a explorar el extenso territorio romano.
Diez años antes ya lo había hecho la aristócrata hispano-romana Melania la Vieja, que viajó a Egipto con Rufino de Aquilea.
Ellas, como tantos caminantes, compartían la pasión por viajar, conocer gente con la que se comunicaban y vivían experiencias, siempre con el objetivo principal de visitar con fervor religioso los lugares mencionados en las Escrituras.
Se sintieron parte de un movimiento comunitario, siguiendo las palabras del Señor: "Ambulate dum lucem habetis, ne tenebre uos conprehendant" (Caminad mientras tenéis luz, para que las tinieblas no os alcancen).
Corrían tiempos favorables y las élites aprovecharon para tejer una red de contactos por todo el Imperio.
Además, de sus escritos se infiere que debió tener una personalidad carismática porque atraía con su empatía a ermitaños, soldados y vecinos.
[7] Para situar el manuscrito en un contexto real, hay que tener en cuenta que por tratarse de cartas dirigidas a sus amigas, destacan abundantes detalles positivos y anécdotas gratas, evitando las probables penalidades y fatigas del camino.
Muchos mitos romanos y otras religiones fueron absorbidos por el cristianismo, a veces convertidos en dogmas.
[18] En el viaje de Egeria hay algunos personajes recurrentes que la encuentran continuamente en el camino, se trata de los ermitaños que vivían en lugares apartados, dedicados a la oración y a hacer penitencia.
Sólo el paso de importantes viajeros como Egeria les hizo detenerse un poco en su dedicación para ofrecerle hospitalidad y atención cristiana.
Los ascetas buscaron otra forma de purificarse e, imitando a Cristo que se retiró al desierto, abandonaron las ciudades para vivir en aislamiento, dedicándose a una vida contemplativa y penitente en condiciones extremas.
Algunos fijaron su misión al cuidado de una ermita dedicada a algún santo, en lugares desérticos y poco frecuentados.
Por eso, cuando aparecía un grupo como el de Egeria, recibían con fervor a los visitantes, les daban lo poco que tenían para cumplir con las normas de hospitalidad y, si no estaban muy enfermos y aún tenían fuerzas, se ofrecían como guías para acompañarlos en alguna parte del camino.
Todas estas rutas anteriores habrían quedado recogidas, supuestamente, en la desaparecida parte inicial del manuscrito.
Desde aquí promete seguir enviando noticias y pide a sus amigas que nunca la olviden, tanto si sigue viva como si muere.
También tiene mucha importancia por el uso natural del lenguaje cotidiano y su expresividad emocional, tan escasa en los textos funcionales de la época.
También demuestra un alto nivel intelectual y una actitud empática que le permite adaptarse a las circunstancias de los interlocutores.
En ese latín popular se detectan lo que ahora son modismos gallegos como llevar a los niños en el "colo" (regazo).
[25] Por ejemplo, en la descripción del Domingo de Ramos en Jerusalén escribe: “ Et quotquot sunt infantes in hisdem locis, usque etiam qui pedibus ambulare non possunt, quia teneri sunt, in collo illos parentes sui tenent, omnes ramos tenentes alii palmarum, alii oliuarum . "
En todo caso, parece que su intención no era escribir una obra literaria, sino una peregrinatio animae (viaje del alma) en forma epistolar, dirigida a un grupo muy concreto de amigas.
[27] Fueron muchas las críticas a las peregrinas difundidas por hombres ilustres, por ejemplo la segunda epístola de San Gregorio de Nisa, en la que hablaba del peligro que corrían las mujeres si iban a posadas y ciudades desconocidas, porque incitaban al pecado.
San Jerónimo también hizo pública su repulsa, condenando el ignominioso ejemplo que dan las peregrinas al perder su elegancia en compañías poco edificantes.
Porque eran esas destinatarias quienes podían entender mejor que nadie sus sentimientos, apreciando la ilusión constante de cada momento vivido.
Ya en aquel momento disponían de itinerarios escritos, especificando rutas, distancias y tiempos requeridos para viajar entre los diferentes puntos del Imperio.
Por ejemplo, sobre la tumba de Job escribe: " in eo loco facta est ista ecclesia quam videtis " (en este lugar construyeron esta iglesia que veis aquí).
Esas imágenes se han perdido porque la copia que hay en el códice es solo texto.
[34] Contiene información de primer orden sobre Tierra Santa, especialmente los lugares mencionados en el Antiguo Testamento como episodios bíblicos y también donde transcurrió la vida de Jesús y los apóstoles, tal como se relata en los Evangelios.
Entre ellas, la obra de Egeria contó con una unidad didáctica para utilización en las escuelas como recurso pedagógico.