Isla Kámenni (San Petersburgo)
[2] Cuenta la leyenda que frente a la orilla sur de la isla, en el lecho del río Nevá, yacía una enorme piedra que sobresalía sobre las aguas y daría nombre a la isla.Después de Golovkin, la isla pasó a ser propiedad del siguiente canciller, Alekséi Bestúzhev-Riumin, que la transformaría en profundidad.Junto al palacio fue diseñado un jardín a la francesa, donde se condujeron festividades con baile de máscaras y fuegos artificiales para el público noble.En 1765, la zarina Catalina la Grande acabó con el gobierno de los cancilleres sobre la isla, devolviéndola a la propiedad de la familia imperial y entregándosela al heredero al trono, el zarévich Pablo Petróvich.La élite metropolitana consideraba la isla muy conveniente para vivir y se alineó para obtener permiso para construir dachas en los alrededores de la residencia del gran duque.Entre los asiduos al teatro estuvieron el propio zar Nicolás y los oficiales del próximo Regimiento de la Guardia a caballo.Durante el reinado de Nicolás II se construyeron numerosas dachas en la isla, encargadas por el industrial Nikolái Putílov, el comerciante Serguéi Yeliséyev, el profesor Vladímir Béjterev, el abogado Víktor Planson, el arquitecto Robert Meltzer, el ingeniero Serguéi Cháyev o el ingeniero de caminos y fundador de Harbin Nikolái Sviyaguin.Durante los años del poder soviético, se abrieron varios sanatarios públicamente accesibles en la isla Kámenni.[6] Por varias décadas, la residencia del metropolitano de San Petersburgo se ha situado asimismo en la isla Kámenni.