[9] Aunque ya se habían practicado trasplantes de cuero cabelludo y orejas antes, el reto era trasplantar la primera boca y nariz a una persona.
Al quitar las pinzas de la arteria, no brotaba sangre, ya que estaba bloqueada por un coágulo.
El Dr. Devauchelle hizo una incisión bajo la mandíbula de Dinoire para alcanzar la arteria por debajo del coágulo y así poder unirla al injerto.
[16] Surgieron dudas acerca del desgaste psicológico que podría ocasionar la nueva imagen de la paciente, al no reconocerse en el espejo y por llevar el rostro de otra persona.
Sin embargo, los médicos afirmaron que la paciente nunca se parecería a la donante porque su estructura ósea haría que la nariz, labios y barbilla se adaptasen a su físico.
Se suscitó un elevado interés sobre la capacidad de Dinoire para aceptar el trasplante, considerando su estado mental.
[21][4] Su rostro original era ancho, con una nariz inclinada, una barbilla prominente y labios finos.
Exactamente un año después del trasplante, Dinoire declaró haber recuperado la habilidad de sonreír.
En el segundo aniversario, los doctores publicaron un artículo en el New England Journal of Medicine detallando la operación y posterior recuperación.
También una vez al mes debía trasladarse al hospital universitario de Lyon, donde se le practicaba un estudio completo y se reajustaba el tratamiento contra el rechazo del injerto.