Irina Ionesco

De los 15 a los 22 años, realizó giras por cabarets en Europa y Medio Oriente donde fue alternativamente bailarina de serpientes y contorsionista .y tras una enfermedad, en 1958 comenzó a trabajar en la pintura,[4]​ lo que le permitió realizar diferentes cuadros en sus viajes por Europa.[4]​ En 1989 recibió el encargo de la UNESCO para realizar un documental sobre las ciudades perdidas en la arena y las mujeres que viven en ellas en Mauritania.[3]​ Para ella, la fotografía es "un elemento esencialmente poético, lo consideró una escritura teatral, donde plasmo todas mis fantasías en un obsesivo e incesante despliegue.Cada sesión, puesta en escena, se concibe como una secuencia teatral, integra a la mujer en un mundo de sueños, donde ella misma es mítica, múltiple, inventada y viste las facetas de los mil espejos en los que se sumerge la artista.Además, hago mía la frase de Baudelaire ‘en el arte, lo bello siempre es bizarro’”.