Se cruza con Sócrates y, orgulloso, le informa de su éxito.
Pero, ¿conoce él tan bien a otros poetas, como por ejemplo Hesíodo o Arquíloco?
El médico, igualmente, puede diferenciar entre las opiniones verdaderas y las falsas sobre los alimentos convenientes a la salud.
En suma, resume Sócrates, quien se haya vuelto autoridad en un arte por completo puede juzgar todas las partes de ese arte y precisar las cualidades y los defectos de cualquier artista.
La inspiración poética es, por consiguiente, parecida al imán, que puede atraer un anillo de hierro, que es a su vez imantado y puede atraer un nuevo anillo.
Es esta la razón por la cual los poetas se dedican generalmente a un solo género (ditirambos, panegíricos, epopeyas, etc.), porque ellos no pueden tener éxito más que en el único dominio al que las musas los han empujado.
Ion, por su parte, ha sido orientado por su musa hacia el conocimiento de Homero, y he ahí por qué no tiene ni la necesidad ni el impulso de estudiar otra cosa.
Del mismo modo, cuando Hecamede, la concubina de Néstor, ofrece una poción para calmar la herida de Macaón (Ilíada, XI, 630) corresponde al médico y no al rapsoda juzgar si Homero domina bien el tema.
Ya exhausto Ion, Sócrates le plantea un dilema: o bien Ion es injusto, porque conociendo tan bien a Homero y habiéndole prometido demostrárselo, no cumple su promesa; o bien es un hombre divino, que no le debe su elogio de Homero al arte sino a la inspiración.
La aserción según la cual la poesía es únicamente fuente de inspiración, y no de arte o ciencia, es despreciativa respecto del trabajo del poeta y está rápidamente establecida.