Colombia y Venezuela tenían una fuerte disputa por la soberanía sobre esos predios, por lo cual decidieron resolver el pleito político por medio del arbitraje del Rey español Alfonso XIII, quien benefició a Colombia al adjudicar gran parte de la península de la Guajira y alrededores.
En 1898 se decidió erigir al territorio de La Guajira como una intendencia.
Con esta categoría territorial subnacional, Colombia quería asegurar la soberanía sobre estos predios; aunque en realidad, eso era superficial porque la intendencia se encontró en completa desatención estatal y además era por completo desconocida para el resto del país.
Esto hizo que la capital fuera cambiada varias veces hasta ser trasladada a Riohacha, ciudad que estaba por fuera de su jurisdicción, aunque se ubicaba en la frontera con esta y era el asentamiento poblacional más importante de la zona.
Sin embargo la situación fue la misma: desatención estatal, falta de soberanía, desorden público.